miércoles, 27 de abril de 2011

Bloque II modificado


LA LITERATURA DE AUTOR. LOS ÁLBUMES ILUSTRADOS.

La literatura de autor y los álbumes ilustrados:
 
La literatura de autor son los textos que tienen autor, aunque sea anónimo. La diferencia entre esta literatura y la literatura folclórica es que la folclórica no tiene un autor porque ha pasado de boca en boca a lo largo de los siglos, y una vez que ha sido escrita, lo ha hecho otro autor. 

En el álbum ilustrado o de imágenes se reúnen dos artes: ilustraciones y textos. Se pretende que el niño se acerque a la literatura y a la intención plástica, es decir, se intenta que el niño sea capaz de reproducir el cuento viendo simplemente la secuencia de las imágenes, gracias a su capacidad imaginativa.  


Evolución de la literatura de autor:

Es imprescindible mencionar la evolución que ha tenido a lo largo de la historia esta literatura, ya que se distingue entre la literatura infantil para niños mayores que son lectores y entre la literatura para niños más pequeños (prelectores). 

Como expliqué en la anterior entrada sobre la introducción a la literatura infantil, no existía literatura para los niños en un principio, sino que solamente existía literatura de adultos. Fue a finales del siglo XIX cuando algunos autores comienzan a escribir a los jóvenes, como Julio Verne.

A finales del siglo XX, la editorial Calleja publicó una literatura moralizante que servía para educar a los niños, pero no se centraba en la psicología de los niños y en sus intereses, ya que se trataban de personajes planos, y la intención de los autores no era que los niños se divirtieran, sino que aprendieran. Pero, en los años 30 se produce un gran cambio, ya que los autores se empiezan a interesar por la literatura infantil, incorporando a personajes más reales para que los niños se sintieran más identificados. Esta evolución la explicaré más a fondo cuando trate sobre la prosa más adelante. 

Hasta los años 70 conviven en estas dos tendencias, convocándose, a partir de ahí, muchos premios de literatura infantil y surgiendo algunas editoriales. Todo esto surge porque con la “Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa” comienzan a escolarizarse a los niños. Así, empiezan a aparecer libros donde los niños reivindican su papel en la sociedad, reivindican ser como son (como el libro de “Billy Eliot”). Así que, a partir de entonces, se comienzan a escribir libros infantiles muy buenos. 

En los años 90, en el mercado editorial surge el gran cambio, ya que se busca crear arte en el contenido y en las imágenes de los libros. El niño de infantil tiene derecho a disfrutar de los libros y, por ello, se van adaptando a las edades de cada niño. El primer libro que se extiende entre niños pequeños no lectores fue “Babas”, libro sin texto cuya intención es acercar la literatura a los niños no lectores, metiendo a los niños prelectores como posibles receptores de su obra. 


Los tres grandes géneros de la literatura infantil contemporánea:

El teatro: 

No debemos confundir las dos partes del teatro: la parte literaria, que hace referencia al texto en sí (tiene unas características concretas), y la interpretación de la obra, la actuación. No existe género dramático para niños de menos de 8 años, existe para niños más mayores. Pero, esto no quita que existan obras de teatro para niños, aunque no sean publicadas. También existen libros para que un adulto cree la obra de teatro con los niños, pero esto no es literatura infantil, sino didáctica. 

A partir de la primera mitad del siglo XX, los escritores comienzan a tener en cuenta al público infantil, publicando, así, obras como:

“El príncipe que todo lo aprendió en los libros”, de Jacinto Benavente.
“La cabeza del dragón”, de Valle-Inclán.
“La muñeca irrompible”, de Eduardo Marquina.
“Teatro de los niños”, de Gregorio Martínez Sierra.

La poesía:

Siempre ha sido la reina de la literatura, porque es el género más complicado, ya que utiliza la función poética. Desde la Generación del 27, la poesía ya no tiene por qué tener rima ni ritmo, es la llamada “poesía en versículo”. Mientras que la prosa narra acontecimientos y el teatro representa acciones, la poesía es la expresión de los sentimientos

Pero, realmente, ¿se mantienen estos criterios de la poesía infantil para los niños? La respuesta es que no se mantienen estos criterios para los niños, la poesía infantil suele seguir teniendo rima y ritmo, teniendo el ritmo más importancia que la rima porque les ayuda a memorizar, entender… Además, es muy difícil poner voces a los sentimientos de los niños, ya que el adulto le resultaría más complicado llegar así al niño, por lo que la poesía infantil suele ser narrativa, se cuenta una historia en la que el niño se vea reflejado. Por lo tanto, la poesía infantil tiene sus propias reglas. 

Nos encontramos con una larga época en la que estos poemas eran escritos por adultos con una intención didáctica y moralizante, aprovechando este género para explicarles cómo hay que comportarse en la vida (como “El pastorcillo mentiroso”). Hasta los años 70, la poesía que se enseñaba a los niños en las escuelas trataba los temas que trataba la literatura infantil: el niño y su madre (la poesía no estaba escrita desde la perspectiva del niño, sino desde la perspectiva de la madre, así que era más un poema para la madre que para el niño), conceptos, objetos domésticos, animales, épica (se contaban hazañas, sobre todo romances), actitudes (como no mentir, ser generoso…), flores y plantas y el tema religioso. Por lo tanto, además de escribir poemas desde la perspectiva adulta, los que se escribían no eran para niños pequeños, ya que, como he dicho anteriormente, se hacía desde una perspectiva adulta, didáctica y moralizante, puesto que los niños en Educación Infantil no se escolarizaban. 

Algunos autores que escribieron poesía infantil fueron Rubén Darío, Francisco Villaespesa, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Adriano del Valle, Pura Vázquez, Clemencia Laborda, Gloria Fuertes... Aunque, hay que hacer cierto hincapié en esta última.

Gloria Fuertes llegó a ser una de las poetas infantiles más relevantes de nuestra historia. Comenzó escribiendo poesía para adulto. Pero, cuando se dio cuenta de que ser mujer y escritora de poesía era muy complicado, comenzó a preguntarse por qué la poesía tenía tan poca fama, dándose cuenta que era debido a la educación, a la enseñanza de la misma. Entonces, pensó que la única forma de que volviera a tener éxito era educándoles y enseñándoles  la poesía desde pequeños. Cuando leyó poesía infantil antigua, se percató de que no era infantil, por lo que comenzó a leer poesía extranjera y se interesó por la poesía inglesa (“Nursery Rhymes”), sorprendiéndola el hecho de su absurdez (“nonsense”). Por lo que, Gloria Fuertes empezó a hacer poesía infantil no como la que ya existía, sino teniendo al niño como protagonista real. 

¿Cómo es la poesía de Gloria Fuertes? La poesía de Gloria Fuertes afecta tanto a la forma como al contenido: 
 


Forma
Fondo
Rima fácil y sonora
Narración cercana
Juegos de palabras
Concreción y síntesis
Ritmos marcados
Absurdo
Brevedad
Personajes llamativos
Juegos fonéticos
Fantasía
Invenciones léxicas
Experiencias reales
Onomatopeyas
Niños o animales personificados
Adjetivos sencillos y evocadores
Carácter lúdico
Simbolismo infantil
Elementos mágicos

La prosa:


Como he indicado brevemente en el bloque I, la literatura infantil, la prosa también,  ha ido evolucionando en los últimos tiempos. La evolución más relevante que se ha producido en la prosa infantil es la importancia de que los autores conozcan a los niños a la hora de escribir sus obras, que se dirijan a los niños. Por lo tanto, es necesario conocer la psicología de los niños.

En los cuentos de prosa infantil debe haber una evolución paralela entre el niño protagonista (el protagonista del cuento) y el niño lector (niños que lo leen). Por lo que, en esta evolución paralela, el autor debe conocer:

Intereses: el autor a la hora de escribir su obra debe tener gustos e intereses similares a los que tiene el niño, no intereses concretos, sino intereses más relacionados con la edad del niño.
Vocabulario: debe ser semejante al de los niños, ya que a los niños les gusta que utilicen su forma de hablar, sus expresiones. Si el autor emplea un vocabulario como el de los adultos, los niños no se sentirán identificados. Por lo tanto, hay que usar las mismas palabras que ellos, pero sin cometer los errores que los niños cometen. 
Contexto: cuanto más parecido sea al contexto de los niños mejor. Por ejemplo, cuando en los cuentos, los niños van a la escuela.
Psicología: deben pensar como piensan los niños, dependiendo de la etapa en la que estén. Por ejemplo, si un niño está en un período egocéntrico, le gustará un libro más centrado en el protagonista. 

El niño protagonista se debe caracterizar por no ser un personaje plano, ser simple y cercano, ser un héroe cotidiano y ser “real” (no tiene porque ser un niño, ya que el niño está en una época animista, por lo que se puede identificar con un animal). El niño lector reconstruirá la historia desde su circunstancia.

En los libros buenos, no encontramos protagonistas buenos o malos, sino protagonistas que tienen valores positivos (activos, abiertos, objetivos, extrovertidos, alegres, optimistas…) y otros que tienen valores negativos (pasivos, cerrados, egocéntricos, tímidos, descontentos…), es decir, actitudes que te van a ayudar a ser feliz en tu vida o que te van a hacer daño. 

Algunos autores españoles importantes de prosa infantil son: 

Salvador Bartolozzi, “Pinocho y chapete”. 
Elena Fortún, “Celia”.
Borita Casas, “Antoñita la fantástica”.
Emilia Cotarelo, “Mari Pepa”.
Alejandro Casona, “Flor de leyendas”.
José Mª Sánchez Silva, “Marcelino Pan y Vino”.
Entre otros.

Algunos autores extranjeros importantes de prosa infantil son:

Collodi, “Pinocho”.
E. Rice Bourroughs, “Tarzán”.
Mark Twain, “Tom Sawyer”.
Félix Salten, “Bambi”.
Juana Spiri, “Heidi”.
Entre otros.

Todos los libros y autores mencionados son de gran trascendencia en la historia de la literatura infantil, ya que marcan la evolución de un concepto adulto o didáctico a lo que es conocido hoy en día como literatura infantil. 



Análisis de un libro infantil:

Lo primero que se debe hacer al analizar un libro infantil es una pequeña reseña bibliográfica del libro: autores, ilustrador, título, editorial, año de publicación. 

Una vez realizado esto, se debe tener en cuenta el RECEPTOR de la obra. Así que, hay que leerlo y mirarlo (ver si las imágenes ayudan a desarrollar su fantasía, la creatividad…) y decidir para que edad es apropiado, ya que, por lo general, los álbumes de imágenes no tienen una edad indicada, así que hay que decidir la edad para la que va destinada el libro. Para conseguir todo esto, es necesario fijarse en diversos aspectos:

Emisor: es el personaje que aparece en el libro que le transmite la información al niño, suele ser el personaje con el que se identifica el niño. Si no se identifica con nadie, será el narrador. Por tanto, se puede identificar con el protagonista o con un emisor neutro, alguien que cuenta y no se presenta. 

Tema: un tema que le importe, que le interese.

Estructura: podemos encontrar tres tipos de estructuras:
- Estructura básica de narración: planteamiento-nudo-desenlace.
- Estructura acumulativa: una sola acción donde se van acumulando personajes al realizar esa acción o sus variantes. 
- Asocia las dos estructuras: hay planteamiento-nudo-desenlace, solamente que el nudo es acumulativo.

Espacio y tiempo: deben ser neutros, no específicos, generales. Y si son un espacio y tiempo concretos, deben ser conocidos por el niño, un contexto que conozcan ellos. 

Ilustraciones: no deben ser estereotipadas, para que a los niños les permita desarrollar su creatividad. También, deben secuenciar lo suficiente la historia para que cuando lo lean solos, sepan cómo va la historia y les resulte más fácil leerlo. 

Lenguaje: tiene que ajustarse a su vocabulario, tienen que hablar como los niños. Así que, las frases deben ser cortas, con pocas subordinadas, escrito con figuras literarias (como las onomatopeyas), vocabulario ajustado a la edad del niño…

Valores y contravalores: que sean entendidos por los niños. Para que sea un buen libro, los niños protagonistas tienen que acabar siendo positivos si en un principio son negativos.



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