LITERATURA FOLCLÓRICA
Introducción:
En este bloque vamos a hablar de la literatura folclórica, literatura que, bajo mi punto de vista, nos ha sorprendido a todos porque no conocíamos su existencia o la confundíamos con la literatura de autor.
La literatura folclórica está formada por textos que corresponden a los tres géneros literarios (prosa, verso y teatro). Esta literatura no se tuvo en cuenta hasta el siglo XIX. La literatura folclórica tiene las siguientes características, que me han ayudado a distinguirla de la literatura de autor, son:
- No tiene autor, no porque no se conozca el nombre, sino porque ha sido creado por el paso del tiempo y por todas aquellas personas que la han ido transmitiendo oralmente en algún momento, es decir, pasa de forma vertical por el tiempo y horizontal por los lugares. Por lo tanto, es imposible conocer las versiones originales. Hay algunos de estos textos que gustan tanto que en algún momento los escriben los recopiladores para que no se pierdan, pero siguen siendo literatura folclórica porque se sigue sin saber el autor, cuando surgió…
- Presentan multitud de variantes en diferentes lugares y diferentes siglos.
- Se pueden adaptar a los niños teniendo en cuenta su desarrollo y sus gustos, mientras que los textos de autor son para leer.
- Son textos populares, del pueblo, que corrían de boca en boca entre la gente del pueblo. Por eso, no son textos cultos que cuiden la forma, ya que lo importante es el contenido. Al ser algo popular, reflejan las costumbres del pueblo, así como sus miedos, deseos, sueños…
- No son infantiles, jamás han sido textos infantiles, se transmitían “al calor de la lumbre”, son “textos de hogar”, ya que no se contaban para entretenerlos ni eran didácticos, eran de diferentes estilos: terror, amor, misterio… Si hubiera que determinar un receptor concreto serían los adolescentes de la familia, los que van a pasar a la vida adulta, porque en todas las historias el protagonista es un niño que se ve obligado a enfrentarse con los problemas de la vida adulta hasta que se convierte en adulto casándose, ya que el matrimonio simboliza que ya estás preparado para formar tu propio núcleo familiar. Aún así, estos textos tienen enseñanzas para todos los miembros de la familia.
- No son textos machistas, porque reflejan la cultura de la época, no tienen ninguna intención de poner a la mujer por debajo del hombre. Además, se puede ver que en casi todos los cuentos son las mujeres las que se enfrentan a la sociedad y tienen muchísimo carácter. Es cierto que eran épocas machistas, pero en los cuentos se reflejan los anhelos de las mujeres de esa época.
A continuación, vamos a profundizar más sobre los tres géneros de la literatura folclórica: teatro, poesía y prosa.
Textos teatrales folclóricos:
No existen textos teatrales folclóricos en sí, pero sí que existen reproducciones folclóricas, ya que se sustentan en una historia que se representa, y encontramos tres tipos:
- Reproducciones de carácter religioso, reproducciones que tenían un fuerte contenido cultural. En muchos pueblos todavía se siguen realizando representaciones como por ejemplo, la “Pasión de Cristo” en Semana Santa.
- Reproducciones festivas y erótico-festivas, se llaman así porque casi todas tienen connotaciones sexuales. Aunque, muchas de ellas se han perdido. Se celebraban sobre todo con la llegada de la primavera, como “la fiesta de las flores”, “la fiesta de la siembra”… y se acompañaban con representaciones de hombres que se peleaban por una mujer, con canciones, actuando bajo los efectos del alcohol.
- Representaciones de los “Cómicos de la legua”, que eran nómadas, gente que no tenía otra forma de vivir y se asociaban entre ellos e iban por los pueblos haciendo representaciones teatrales. Se les conoce desde la Edad Media y han existido en España hasta la posguerra. No tenían ninguna preparación como actores, ya que solamente lo hacían para salir de la pobreza. Dentro de su repertorio, tenían pequeñas obras para niños y se llamaban “Títeres de cachiporra”, es el único teatro folclórico que existe para ellos. Se representaban con marionetas de mano, ya que las de hilo las usaba la gente rica. Todas estas obras tenían el mismo argumento, las pequeñas variaciones que existieran dependían únicamente de los personajes. El argumento era que un niño tiene algo que quiere mucho (animales, chica…) y un personaje malo se lo quita cuando el niño se despista, comenzando así la interacción con el público, que le ayuda a coger al malo y a pegarle con una cachiporra (de ahí su nombre). Me ha hecho mucha ilusión ver que es una tradición que no se ha perdido, ya que de pequeña podía ver estas representaciones y todavía siguen existiendo.
Poesía folclórica:
La poesía folclórica es de varios tipos:
- La poesía que tiene que ver con los adultos y tiene carácter amoroso, siendo la primera que se puso por escrito. La gente hacía coplillas, cancioncillas de amor que eran muy cortas y tenían que ver con el pueblo. Las “Cantigas galaicoportuguesas” fueron las primeras que se pusieron por escrito en la Edad Media.
- Las oraciones (no las oraciones que se incluyen en ritos cristianos como el “Padre Nuestro”). Hay oraciones que la gente usa con carácter pagano, ya que surgieron para protegerse del mal utilizando personajes religiosos. Un ejemplo sería “Virgen santa, Virgen pura, haz que apruebe esta asignatura”. Existen oraciones infantiles que no salen de la Iglesia, sino del pueblo, como “Jesusito de mi vida” o las oraciones para bendecir la mesa o de antes de acostarse.
- Las coplas para acompañar los diferentes momentos del año, momentos en la vida de las personas. De estas manifestaciones, hay muchas que sí son infantiles. Las coplas están muy ligadas a la música y a lo lúdico (juego, bromas, burlas…). Estas coplas son muy antiguas, ya que ya existían recopilaciones en el siglo XVI.
Actualmente, existe un investigador llamado Pedro Cernillo que es quien más estudios tiene sobre esta poesía folclórica infantil. Pedro Cernillo dice que no se debe confundir la poesía tradicional (folclórica) con la popular, ya que popular quiere decir famoso y que es al hilo de los tiempos, mientras que la tradicional es de origen lejano y desconocido. Pedro Cernillo hizo una clasificación temática de los textos folclóricos en tres grandes bloques:
- Las danzas de corro: canciones, dar palmas, saltos y giros, pasillo, mimos e imitaciones, escenificaciones.
- Las rimas de ingenio: no llevan música propiamente dicha, a veces llevan 2, 3 ó 4 notas que se repiten continuamente: retahílas, sorteos, disparates, burlas, trabalenguas, adivinanzas, prendas.
- Los juegos y rimas de movimiento y acción: nanas; mover manos y piernas; balanceo, golpes; cosquillas, risas; movilidad, inmovilidad; andar, saltar, correr, girar; tiento; lanzar objetos.
Prosa folclórica:
La prosa folclórica son cuentos, relatos breves… que tienen las mismas características que la literatura folclórica, dichas al principio del bloque. En los textos en prosa se reflejan los deseos y los sueños de las clases populares. Estos textos folclóricos se están perdiendo, llegado a no conocerlos los jóvenes, de hecho, yo misma no era consciente de su existencia. No se puede conocer la versión original, ya que, como ya he señalado, han existido muchas variaciones a lo largo de los años, además de las adaptaciones cinematográficas que encontramos, en especial, las de Disney.
En el siglo XIX empieza a surgir el interés por los cuentos folclóricos, pero no fueron objeto de estudio hasta el siglo XX. El primer folclorista en investigar, analizar y estudiar esto fue Vladimir Propp, quien publicó “Morfología del Cuento”. Propp hizo una clasificación sobre los cuentos en cuatro grandes bloques:
- Mitos: tienen origen religioso, pero lo perdieron y se convirtieron en textos folclóricos. Tratan de explicar hechos naturales, sociales o psicológicos. Irune, como ejemplo, nos contó en clase el precioso mito de “Cupido y Psique”.
- Cuentos de animales: son cuentos cuyos protagonistas son animales. Dentro de estos cuentos están los textos folclóricos creados para entretener, como “Los tres cerditos” o “Los siete cabritillos”, cuyas enseñanzas las sacaba o no la gente cuando acababa el cuento. Y también entra un tipo especial de cuentos folclóricos que responde al nombre de fábula, que son historias con moraleja que tienen, la gran parte de ellas, como protagonistas a los animales, que representan a seres humanos y arquetipos humanos, por ejemplo: cuando aparece un zorro representa la astucia, un ratón representa la inteligencia, un cuervo el egocentrismo… Las fábulas siempre llevan moraleja, mientras que los cuentos no. El primer recopilador de fábulas fue Esopo (Grecia). En España hay apólogos, que son textos didácticos con moraleja, pero están protagonizados por seres humanos, como “El Conde de Lucanor”.
- Cuentos de fórmula: tienen fórmulas que se repiten, así que te tienes que aprender las fórmulas que se repiten. Estos son infantiles, estaban pensados para niños. Por ejemplo, los cuentos mínimos, los cuentos acumulativos o “La Ratita Presumida” (los animales del cuento siempre dicen lo mismo).
- Cuentos de hadas o maravillosos: dentro de estos cuentos están aquellos en los que aparecen no solo hadas, sino aquellos personajes que tienen magia, ya sean buenos o malos, como por ejemplo: “Cenicienta”, “El Gato con botas”, “El zapatero y los duendes”, “Blancanieves y los siete enanitos”…
Esta no es la única clasificación que existe, Gianni Rodari, que creía que una forma de favorecer la creatividad era contar cuentos, hizo otra clasificación sobre los textos folclóricos:
- Cuentos de animales: que incluyen animales salvajes, domésticos, relaciones entre el hombre y el animal y relaciones entre animales salvajes y domésticos.
- Cuentos mágicos: son similares a los de Propp, incluyen historias de adversarios sobrenaturales, historias de parientes sobrenaturales o embrujados, empresas sobrehumanas, auxiliares sobrenaturales, objetos mágicos, historias de carácter religioso y cuentos de boda.
- Bromas y anécdotas: son como chistes alargados, incluye cuentos del tonto, cuentos del listo y cuentos con fórmula o estribillo.
Sara Cone Bryant fue de las primeras cuentacuentos y también hizo su clasificación, pensando en qué cuentos se pueden contar a los niños según sus diferentes edades a partir de su propia experiencia:
- De 3 a 5 años: historias rimadas, historias con fragmentos versificados, historias de animales personificados, cuentos burlescos y cuentos de hadas.
- De 5 a 7 años: folclore (leyendas locales), cuentos de hadas y cuentos burlescos, fábulas, leyendas y narraciones de historia natural.
- Para mayores: folclore, fábulas, mitos y alegorías, parábolas de la naturaleza, narraciones históricas, historias reales y narraciones humorísticas.
Recopiladores folclóricos:
Inglaterra:
En esta misma época, en Inglaterra, John Newberry crea una editorial y una librería. Publica muchos libros, entre los cuales encontramos los libros de cuentos folclóricos adaptados más o menos para niños que lectores (7 años), entre los que destaca “Little pretty pocket book”.
España:
En España destacan los fabulistas Iriarte (fábulas literarias) y Samaniego (fábulas moralizantes), que escriben fábulas en verso y que no eran para niños. Iriarte recogió fábulas orales folclóricas y las fue adaptando para criticar y burlarse de los malos poetas (aquellos que no seguían las normas clásicas). Samaniego escribe fábulas morales por encargo del seminario de nobles, muchas de ellas están inspiradas en Esopo pero en verso.
Recopiladores en el siglo XIX:
Alemania:
Dinamarca:
En Dinamarca, en la época realista, destaca Hans Christian Andersen, patrón de la literatura infantil. Alterna su labor de recopilador y adaptador con el trabajo de autor literario, alternando las historias traídas del folclore con las historias totalmente realistas inventadas por él. Fue un autor con mucho rechazo social en su vida, por ello se piensa que su obra “El patito feo” es en cierta manera una biografía.
España:
Criterios para seleccionar un buen libro de textos folclóricos:
Después de haber visto los tres géneros de la literatura folclórica, continuamos con los siglos XVIII y XIX, siglos en los que se llevan a cabo las recopilaciones más importantes de los cuentos folclóricos europeos. Tenemos que tener en cuenta que los recopiladores no son los autores de los textos, no inventan los cuentos, sino que recogen las historias folclóricas y las adaptan o no.
Recopiladores en el siglo XIX:
Francia:
El primer gran recopilador de cuentos folclóricos fue Charles Perrault, quien vivió durante la primera mitad del siglo XVIII en Francia, bajo el reinado de Luis XIV (el “Rey Sol”), quien tenía como uno de sus entretenimientos favoritos que le contaran cuentos. Perrault tenía el afán de formar y educar a la gente de la corte de otra manera, a través de la narración de los cuentos. Comenzó a interesarse por los cuentos cuando sus hijos eran pequeños y escuchaba a la nodriza de sus hijos contarles cuentos, además de interesarse por las historias italianas y celtas. Recopiló historias folclóricas del pueblo que adaptó para convertirlas en historias moralizantes para que tuvieran una intención didáctica. Publicó un libro titulado “Contes de fées” (“Cuentos de hadas”) en el que recoge los cuentos más conocidos actualmente, como “Pulgarcito”, “La Cenicienta” o “Caperucita Roja”.
Con Armand Berquin y Madame Leprince Beaumont se puede observar la evolución de los cuentos folclóricos con el paso del tiempo, cuentan la historia de “Cupido y Psique” con distinto nombre y con distinciones, pudiendo observar las diferencias existentes entre la versión de un hombre y la de una mujer sobre esta misma historia, siendo más cruel la del hombre, ya que en la suya el lobo blanco muere a pesar de que la chica le termina amando, mientras que en la de Madame Leprince Beaumont la bestia se convierte en príncipe para casarse con ella. Berquin publicó “El amigo de los niños”, un libro compuesto por varios cuentos (uno de ellos “El lobo blanco”) y Madame Leprince de Beaumont escribió “El almacén de los niños”, también compuesto por muchos cuentos (entre ellos “La Bella y la Bestia”).
Recopiladores en el siglo XIX:
El primer gran recopilador de cuentos folclóricos fue Charles Perrault, quien vivió durante la primera mitad del siglo XVIII en Francia, bajo el reinado de Luis XIV (el “Rey Sol”), quien tenía como uno de sus entretenimientos favoritos que le contaran cuentos. Perrault tenía el afán de formar y educar a la gente de la corte de otra manera, a través de la narración de los cuentos. Comenzó a interesarse por los cuentos cuando sus hijos eran pequeños y escuchaba a la nodriza de sus hijos contarles cuentos, además de interesarse por las historias italianas y celtas. Recopiló historias folclóricas del pueblo que adaptó para convertirlas en historias moralizantes para que tuvieran una intención didáctica. Publicó un libro titulado “Contes de fées” (“Cuentos de hadas”) en el que recoge los cuentos más conocidos actualmente, como “Pulgarcito”, “La Cenicienta” o “Caperucita Roja”.
Inglaterra:
En esta misma época, en Inglaterra, John Newberry crea una editorial y una librería. Publica muchos libros, entre los cuales encontramos los libros de cuentos folclóricos adaptados más o menos para niños que lectores (7 años), entre los que destaca “Little pretty pocket book”.
España:
En España destacan los fabulistas Iriarte (fábulas literarias) y Samaniego (fábulas moralizantes), que escriben fábulas en verso y que no eran para niños. Iriarte recogió fábulas orales folclóricas y las fue adaptando para criticar y burlarse de los malos poetas (aquellos que no seguían las normas clásicas). Samaniego escribe fábulas morales por encargo del seminario de nobles, muchas de ellas están inspiradas en Esopo pero en verso.
Recopiladores en el siglo XIX:
En el siglo XIX encontramos a otros recopiladores muy famosos, Jacob y Wilhelm Grimm, conocidos como los hermanos Grimm. Viven en la época del Romanticismo y del nacionalismo alemán, provocando que los hermanos Grimm quieran preservar aquello que consideran típico alemán. Así que, les propusieron recoger cuentos folclóricos alemanes, aceptando para que no se quedaran en el olvido. Por lo que se dedicaron a recoger historias por todo el país, adaptándolas a un estilo asequible y procurando ser lo más fiel posible a la forma de narrar las historias del pueblo. Estas recopilaciones se publicaron y gustaron mucho, convirtiéndose en best sellers, ya que eran cómodas de leer a los niños y cortas. Después de la segunda edición, debido a las quejas de los padres, se les propuso adaptar las historias a los niños, ya que recogían elementos inapropiados para la infancia (temas como el sexo, la violencia, el incesto…). Al principio se negaron alegando que su intención no era hacer obras para niños, pero finalmente acabaron accediendo. Por lo que, a partir de la tercera edición los cuentos son más o menos como los conocemos ahora y no tienen moraleja. Adaptaron cuentos como “Pulgarcito”, “Barba azul”, “Blancanieves”, “Hansel y Gretel”…
En Alemania destaca otro recopilador llamado Hoffmann, con cuentos fantásticos, siendo el más conocido “Cascanueces y el rey de los ratones”.
Dinamarca:
En Dinamarca, en la época realista, destaca Hans Christian Andersen, patrón de la literatura infantil. Alterna su labor de recopilador y adaptador con el trabajo de autor literario, alternando las historias traídas del folclore con las historias totalmente realistas inventadas por él. Fue un autor con mucho rechazo social en su vida, por ello se piensa que su obra “El patito feo” es en cierta manera una biografía.
España:
En este mismo siglo, en España, nos encontramos con Fernán Caballero, el Padre Coloma con su recopilación de libros moralizantes y didácticos, y la Editorial Calleja, de la cual hemos hablado en otros bloques.
Motivos y personajes en los Cuentos de Hadas:
Cuando hablamos de los textos de autor en el Bloque II, señalábamos que para seleccionar un buen libro adaptado a los niños teníamos que realizar un análisis. Con los textos folclóricos no se puede aplicar este análisis, ya que lo que debemos hacer es buscar una versión fiable y hacer nuestra propia adaptación para los niños.
En todos los textos folclóricos, Propp llegó a la conclusión de que hay una estructura básica en los cuentos, el paso de la infancia a la edad adulta, conocido como el viaje iniciático, es decir, todos los protagonistas de los cuentos comienzan en la infancia, simbolizado por el hogar (la protección del niño), realizando un recorrido hasta llegar a convertirse en adultos, simbolizado por la boda, ya que significa que eres adulto para formar otro núcleo familiar y proteger a los niños. Además, las situaciones por las que pasa el protagonista durante su viaje iniciático también son simbólicas, hay diferentes hitos que definen la línea iniciática del protagonista. Si vamos a adaptar cuentos hay que respetarlos, porque si no se hace, no hay evolución, no hay cuento.
También, debemos respetar los motivos, el hilo conductor, que son elementos que también tienen un carácter simbólico y son básicos en el desarrollo de la historia, repitiéndose en diferentes cuentos. Estos motivos también fundamentan el esqueleto del cuento. Los motivos que encontramos en los Cuentos de Hadas son los siguientes:- Fuga y persecución (“Blancanieves”).
- Viajes y búsqueda (“Caperucita”).
- Tesoros ocultos física (“Pulgarcito”) o psicológicamente (“Cupido y Psique”).
- El reino de los muertos o el reino de las hadas.
- El sol y la noche como realidad o irrealidad.
- La búsqueda del amor.
- El hermano más pequeño.
- La muerte y la resurrección (“La Bella Durmiente”, con su muerte simbólica durmiéndose y su posterior “resurrección”, significando renovación).
- El huérfano maltratado, simbolizando que puedes triunfar en la vida aunque seas el más desvalido del mundo (“Pulgarcito”).
En cuanto a los personajes de los cuentos folclóricos, siempre nos encontramos con los buenos y los malos. Así que, podemos cambiar el personaje, pero nunca podremos cambiar el rol del mismo.
Los personajes buenos que encontramos son los héroes o heroínas, ayudados por dos tipos de ayudantes: las hadas, entendidas como seres protectores que ayudan y protegen al protagonista (no teniendo por qué ser un personaje mágico) y los animales y objetos mágicos que son más secundarios pero también tienen un papel importante en el viaje iniciático del protagonista (como la lámpara maravillosa en “Aladino”), simbolizando las ayudas externas que recibimos en nuestra vida.
En cuanto a los personajes malos, tenemos los que ayudan al enemigo, como los gigantes, o los que no le ayudan, sino que directamente van contra el protagonista, aunque no estén ayudando a sus enemigos, como los ogros. Por lo que, los gigantes simbolizan las ayudas y los ogros simbolizan las pruebas que tienen que superar para hacerse fuertes y comenzar el viaje iniciático. Los personajes malos representan pruebas de la vida que hay que superar y te hacen crecer.
Finalmente, encontramos a las brujas y magos y a los duendes, que pueden ser buenos o malos, según los cuentos.
Criterios para seleccionar un buen libro de textos folclóricos:
- Mirar que aparezca el nombre del responsable del libro, la traducción, la adaptación… En los libros que no aparecieran algunos de estos nombres, no son fiables, ya que no sabemos si se tratan de recopilaciones, adaptaciones…
- Evitar los libros que engloban muchos cuentos, ya que suelen ser síntesis y no son versiones aceptables para realizar adaptaciones, ya que eliminan las características del cuento que se pueden adaptar.
- Evitar las versiones infantiles de los cuentos folclóricos, ya que también son síntesis y son versiones que ya están adaptadas.
- Evitar los libros que ya se encuentren adaptados, porque realizaríamos una adaptación de otra adaptación.
1 comentarios:
Perfecto.
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